sábado, 3 de enero de 2015

No tienes que convencer a otros de tu inocencia...

La pasión nos recuerda el privilegio de ser seres humanos. Tenemos la suerte de poder sentir una caricia rozar nuestra piel, el placer de besar, la sensación de sentir el frío de un cristal, la sensualidad de sumergirnos en el aroma de una flor, sin olvidarnos de la indescriptible sensacion de poder sentir las lágrimas brotar y resbalar por nuestras mejillas, mostrándonos a través de nuestras emociones que estamos vivos y que somos afortunados. 

No tenemos que convencer a nadie que tus actuaciones son las adecuadas, pues tampoco, nosotros mismos lo sabemos. Si alguien desea verte como que tú tienes la culpa de todo, ¿no hay mayor descanso que saber que tu conciencia está limpia y tranquila? ¿porque obsecarse en intentar que te entiendan o te den la razón? eso solo te proporcionará más angustias, además de ingerir ego en proporciones grandes, y con ello, la enfermedad del ser y del físico. Nuestras emociones se manifiestan a través de risas y de lágrimas. Nuestra alma nos recuerda que nos encontramos en el momento de sentir y gozar. Por ello, ha llegado el momento de vivir con pasión, en nuestra intimidad y en nuestros quehaceres diarios. La pasión se manifiesta en el momento en que sabemos gozar del placer de vivir con intensidad desde los más pequeños detalles a la más importante de las experiencias. Te encuentras en un momento en que debes comprometerte a vivir con pasión. Recuerda que cada minuto y cada segundo de la vida es importante, que cada experiencia es irrepetible y que la semilla de la pasión se encuentra dentro de ti, despertando justo en este preciso instante para ofrecerte el privilegio de sentir.

Verónica Gades (|)



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