viernes, 8 de mayo de 2015

Materia, mente y espíritu...

Desde el momento en que tomamos conciencia del mundo que nos rodea, nos preguntamos cuál es 
nuestro lugar en él. Estas preguntas son perennes: ¿por qué estoy aquí?, ¿cuál es mi sitio en el
Universo?, ¿cuál es mi destino? De niños, imaginamos el futuro como una hoja en blanco en la que
podemos escribir nuestra historia. Las posibilidades son infinitas y nos sentimos llenos de energíapor
la promesa del descubrimiento y el placer de vivir inmersos en tanto potencial. Sin embargo,
conforme crecemos, «comprendemos» nuestras limitaciones y nuestra visión del futuro se constriñe.
Lo que una vez elevó la imaginación, ahora es un lastre de temor y ansiedad; lo que una vez pareció ilimitado, se vuelve estrecho y nebuloso.
Existe una forma de recuperar la vertiginosa dicha del potencial inagotable. Todo lo que se
necesita es comprender la verdadera naturaleza de la realidad, la disposición para aceptar la
interrelación e indivisibilidad de todas las cosas. Después, con la ayuda de técnicas específicas,
comprobarás cómo el mundo se abre para ti, y la buena suerte y las oportunidades, que de vez en
cuando surgían, ocurrirán con más y más frecuencia. ¿Qué tan poderoso es el sincrodestino? Ima-
gina que estás en un cuarto totalmente a oscuras y que tienes una linterna en la mano. Enciendes la
linterna y ves que hay una hermosa pintura que cuelga de la pared. Tal vez pienses: «Es una obra de
arte maravillosa, pero ¿es todo lo que hay?» En ese momento, el cuarto se ilumina desde arriba.
Miras a tu alrededor y descubres que estás en un museo de arte, rodeado por cientos de pinturas,
cada una más hermosa que la anterior. Conforme estas posibilidades se revelan, te das cuenta de
que tienes una cantidad colosal de obras de arte que puedes estudiar y amar. Dejas de estar limitado
a ver sólo una pintura iluminada por la débil luz de una linterna.
Ésta es la promesa del sincrodestino. Éste enciende las luces; nos da la capacidad de tomar
decisiones auténticas, en vez de ir por la vida adivinando ciegamente; nos permite ver significado en
el mundo, comprender la conexión o sincronicidad de todas las cosas, elegir la clase de vida que
queremos vivir y cumplir nuestro destino espiritual. El sincrodestino permite transformar nuestras
vidas de acuerdo con lo que queremos.
El primer paso para vivir de este modo consiste en entender la naturaleza de los tres niveles
de existencia.

Nivel 1: El ámbito físico

El primer nivel de existencia es el físico o material, el universo visible. Es el mundo que mejor
conocemos, al que llamamos mundo real Contiene materia y objetos con límites precisos, todo lo
tridimensional y lo que percibimos con los cinco sentidos: lo que podemos tocar, ver, escuchar, sentir,

probar u oler. Incluye nuestros cuerpos, el viento, la tierra, el agua, los gases, los animales, los 
microbios, las moléculas y las páginas de este libro. En el ámbito físico, el tiempo parece fluir en una
línea tan recta que la llamamos flecha del tiempo; ésta va del pasado al presente y al futuro. Lo
anterior significa que todo lo que hay en el ámbito físico tiene un principio y un final; por lo tanto, es
pasajero. Los seres sensibles nacen y mueren. Las montañas se elevan desde el núcleo líquido del
planeta, y la lluvia y el viento incesante las erosionan.
El mundo físico está gobernado por leyes inmutables de causa y efecto, por lo que todo es
predecible. La física newtoniana nos permite predecir acciones y reacciones; de modo que, cuando

una bola de billar golpea a otra con una velocidad y en un ángulo específicos, podemos anticipar
exactamente qué ruta seguirá cada una sobre la mesa. Los científicos pueden calcular con precisión
cuándo ocurrirá un eclipse solar y cuánto durará. Toda la comprensión de sentido común que tene-
mos del mundo proviene de lo que sabemos de este ámbito físico.

Nivel 2: El ámbito cuántico

En el segundo nivel de existencia, todo consiste en información y energía. Se le llama ámbito
cuántico. En este nivel todo es insustancial, lo que significa que no puede tocarse ni percibirse con
ninguno de los cinco sentidos. Tu mente, tus pensamientos, tu ego y la parte de ti que normalmente
consideras que es tu ser, son parte del ámbito cuántico. Estas cosas carecen de solidez; sin embargo
sabes que tu ser y tus pensamientos son reales. Aunque es más fácil pensar el ámbito cuántico en
términos de la mente, engloba mucho más. De hecho, todo lo que existe en el universo visible es una
manifestación de la energía y la información del ámbito cuántico. El mundo material es un
subconjunto del mundo cuántico.
Otra manera de explicarlo es que todo lo existente en el ámbito físico está hecho de

información y energía. En la famosa ecuación de Einstein, E = MC, sabemos que la energía (E) es 
igual a la masa (M) por la velocidad de la luz (C) al cuadrado. Esto nos dice que la materia (masa) y
la energía son la misma cosa, pero en manifestaciones diferentes: energía es igual a masa.
Una de las primeras lecciones de ciencia que nos enseñan en la escuela es que todo objeto
sólido está hecho de moléculas, y que éstas están formadas por unidades todavía más pequeñas
llamadas átomos. Nos explican que esta silla, aparentemente sólida, en la que estamos sentados,
está hecha de átomos tan pequeños que no pueden verse sin la ayuda de un poderoso microscopio.
Luego aprendemos que los pequeños átomos están formados por partículas subatómicas que
carecen de solidez. Son literalmente paquetes u ondas de información y energía. Esto significa que
en este segundo nivel de existencia, la silla en la que estás sentado no es otra cosa que energía e
información.
Este concepto puede ser difícil de asimilar al principio. ¿Cómo es posible que unas ondas
invisibles de energía e información se perciban como objetos sólidos? La respuesta es que los
sucesos en el ámbito cuántico ocurren a la velocidad de la luz; y a esa velocidad, nuestros sentidos
simplemente no pueden procesar todo lo que influye en nuestra experiencia sensible. Percibimos los
objetos diferentes entre sí porque las ondas de energía contienen y determinan la frecuencia o
vibración de diferentes tipos de información. Es como escuchar la radio. Si sintonizamos el 101.5 de
FM, por ejemplo, tal vez escuchemos sólo música clásica. Si cambiamos a una frecuencia de ondas
de radio ligeramente distinta, por ejemplo al 101.9 de FM, quizá escuchemos rock and roll. En función
de cómo vibra, la energía está codificada para transmitir información diferente.
De esta manera, el mundo físico, el mundo de los objetos y la materia, está hecho de
información contenida en una energía que vibra a distintas frecuencias. La razón por la que no vemos
el mundo como una enorme red de energía es porque vibra demasiado rápido. Nuestros sentidos,
que funcionan lentamente, sólo pueden registrar trozos de esta energía y actividad, y estos
conglomerados de información se convierten en la silla, en mi cuerpo, en el agua y en todos los
demás objetos físicos del universo visible.
Esto es similar a lo que ocurre cuando vemos una película. Como sabes, una película está
hecha de fotogramas individuales separados por franjas. Si viéramos la película en el carrete en una
sala de proyección, veríamos los fotogramas y las separaciones. Sin embargo, cuando vemos la
película, los fotogramas pasan tan rápido que nuestros sentidos no perciben la discontinuidad. Los
percibimos como un flujo constante de información.
En el ámbito cuántico, los trozos de campos de energía que vibran a diferentes frecuencias, y
que percibimos como objetos sólidos, forman parte de un campo de energía colectivo. Si pudiéramos
percibir todo lo que ocurre en el ámbito cuántico, veríamos que formamos parte de un gran caldo de
energía y que todas las cosas, cada uno de nosotros y todos los objetos del ámbito físico, son sólo un
conglomerado de energía que flota en este caldo de energía. En todo momento, tu campo de energía
está en contacto con el de todos los demás e influye en él; todos respondemos a esa experiencia.
Todos somos expresiones de esta energía e información. En ocasiones podemos sentir esta

conexión. La sensación normalmente es sutil, pero a veces es tangible. La mayoría hemos tenido la
experiencia de entrar en una habitación y sentir que la tensión es tal que puede cortarse con un
cuchillo, o de estar en una iglesia o un lugar sagrado y sentirnos inundados por una sensación de
paz. Esto es porque la energía colectiva del entorno se mezcla con la nuestra y lo percibimos en algún nivel.
En el ámbito físico también intercambiamos constantemente energía e información. Imagina
que estás parado en la calle y hueles el humo del cigarrillo de una persona que camina a una cuadra
de distancia. Eso significa que estás inhalando el aliento de esa persona a cien metros de distancia.
El olor es sólo un indicador que te informa que estás inhalando el aliento de otra persona. Si el
indicador no estuviera ahí, si la persona no estuviera fumando, de todos modos estarías inhalando su
aliento, sólo que sin el humo de cigarrillo no te darías cuenta. ¿Y qué es el aliento? Es el bióxido de
carbono y el oxígeno que proviene del metabolismo de cada célula del cuerpo de ese extraño. Eso es
lo que estás inhalando, del mismo modo que otras personas inhalan tu aliento. Así pues, de manera
constante, intercambiamos partes de nuestro ser, moléculas físicas y mensurables de nuestrocuerpos.
En un nivel más profundo, en realidad no hay límites entre nuestro ser y el Universo. Cuando
tocamos un objeto, lo sentimos sólido, como si hubiera un límite definido entre éste y nosotros. Los
físicos dirían que percibimos la solidez de ese límite porque todo está hecho de átomos, que la so-
lidez es la sensación que obtenemos cuando los átomos chocan contra otros átomos. Pero piensa
qué es un átomo. Los átomos constan de un pequeño núcleo y una gran nube de electrones que lo
rodean. No hay un caparazón rígido en su exterior, sólo una nube de electrones. Para visualizarlo,
imagina un cacahuate en medio de un estadio de fútbol. El cacahuate representa el núcleo, y el
estadio, el tamaño de la nube de electrones que lo rodea. Cuando tocamos un objeto, percibimos
solidez al contacto de las nubes de electrones. Ésa es nuestra interpretación de la solidez, dada la
sensibilidad (o relativa insensibilidad) de nuestros sentidos. Los ojos están programados para ver los
objetos como tridimensionales y sólidos. Las terminales nerviosas están programadas para sentir los
objetos como tridimensionales y sólidos. Sin embargo, en la realidad del ámbito cuántico, la solidez
no existe. ¿Hay solidez cuando chocan dos nubes? No. Se funden y se separan. Algo similar ocurre
cuando tocas un objeto. Tus campos de energía (y nubes de electrones) chocan, algunas porciones
pequeñas se funden y luego te separas. Aunque te percibes como un todo, has cedido un poco de tu
campo de energía al objeto y a cambio obtienes un poco de la suya. Con cada encuentro
intercambiamos información y energía, y cuando nos separamos nos transformamos un poco. Aquí
podemos comprobar también cuan conectados estamos con el mundo físico. Constantemente
compartimos porciones de nuestros campos de energía, por lo que todos, en este nivel cuántico, en el
nivel de nuestras mentes y seres, estamos conectados. Todos estamos correlacionados con los demás.
Así pues, sólo en la conciencia, nuestros limitados sentidos crean un mundo sólido a partir de
la energía e información puras. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos ver en el ámbito cuántico, si
tuviéramos ojos cuánticos? Veríamos que todo lo que consideramos sólido en el mundo físico, entray
sale de un vacío infinito a la velocidad de la luz. Tal como la secuencia fotograma-franja de las
películas, el Universo es un fenómeno de encendido-apagado. La continuidad y solidez del mundo
existen sólo en la imaginación alimentada por sentidos que no pueden discernir las ondas de energía
e información que conforman el nivel cuántico de la existencia. En realidad, todos entramos y        salimos
de la existencia continuamente. Si pudiéramos afinar nuestros sentidos, veríamos los huecos de
nuestra existencia. Estamos aquí, luego no estamos y luego volvemos otra vez. Sólo nuestra
memoria mantiene la sensación de continuidad.
Existe una analogía que puede ilustrar este punto. Los científicos saben que los caracoles
necesitan, aproximadamente, tres segundos para registrar la luz. Imagina que un caracol me está
viendo y que salgo de la habitación y realizo una proeza en tres segundos: robo un banco y regreso.
En lo que al caracol concierne, nunca salí del cuarto; podría llevarlo a la corte y rendiría un testimonio
perfecto. Para el caracol, el tiempo que estuve fuera del cuarto caería dentro de uno de esos huecos
entre los fotogramas de la existencia discontinua. Su sentido de continuidad, suponiendo que tuviera,
simplemente no registraría el hueco de tiempo.
Así pues, la experiencia sensorial de todos los seres vivos es una construcción perceptiva
artificial, creada en la imaginación. Hay un relato zen sobre dos monjes que observan una bandera

ondear en el viento. Uno dice: «La bandera está ondeando» y el otro afirma: «No, el viento se está
moviendo». Su maestro se acerca y uno le pregunta: «¿Quién tiene razón? Yo digo que la bandera se
está moviendo; él dice que es el viento el que se mueve». El maestro contesta: «Ambos están
equivocados. Sólo la conciencia se está moviendo; cuando la conciencia se mueve, crea el mundo
con su imaginación».
La mente es un campo de energía e información. Las ideas también son energía e
información. Tú has imaginado tu cuerpo y el resto del mundo físico, al percibir el caldo de energía
como un conjunto de entidades físicas separadas. Pero ¿de dónde proviene la mente que imagina

Nivel 3: El ámbito no circunscrito

El tercer nivel de existencia es la inteligencia o conciencia. Se le ha llamado ámbito virtual, ámbito
espiritual, campo de potencial, ser universal o inteligencia no circunscrita. Aquí es donde la
información y la energía surgen de un mar de posibilidades. El nivel más fundamental y básico de la
naturaleza no es material. Ni siquiera es un caldo de energía e información; es potencial puro. Este
nivel de realidad no circunscrita opera más allá del espacio y el tiempo porque sencillamente no
existen en él. Lo llamamos no circunscrito porque no puede confinarse a un lugar. No está en ti ni
fuera de ti; simplemente es.
La inteligencia del ámbito espiritual es la que organiza el caldo de energía en entidades
conocibles. Es lo que agrupa las partículas cuánticas en átomos, los átomos en moléculas, las
moléculas en estructuras. Es la fuerza organizadora que está detrás de todas las cosas. Puede ser
difícil asimilar este concepto. Una manera relativamente sencilla de pensar este ámbito consiste en
reconocer la naturaleza dual de tus pensamientos. Mientras lees estas palabras, tus ojos están
viendo la impresión en la página, tu mente está traduciendo la impresión a símbolos —letras y
palabras— y tratando de deducir su significado. Pero reflexiona un momento: ¿quién es el que está
leyendo?, ¿qué es esa conciencia que está detrás de tus pensamientos? Date cuenta de la dualidad
de estos procesos internos. Tu mente está ocupada decodificando, analizando y traduciendo.
Entonces, ¿quién está leyendo en realidad? Con este ligero cambio en tu atención podrás darte
cuenta de que existe una presencia interna, una fuerza que siempre vive las experiencias. Ésta es el
alma o inteligencia no circunscrita, y su vivencia tiene lugar en el nivel virtual.
Así como la información y la energía forjan el mundo físico, este ámbito no circunscrito crea y
ordena la actividad de la información y la energía. De acuerdo con el doctor Larry Dossey, exitoso
escritor y estudioso de la metafísica, los acontecimientos no circunscritos tienen tres importantes
características que los distinguen: están correlacionados de manera independiente, absoluta e
inmediata. Analicemos brevemente lo que quiere decir con esto.
El comportamiento de dos o más acontecimientos subatómicos no está determinado por las
leyes de causa y efecto; significa que un suceso no es la causa de otro, aunque el comportamiento
esté correlacionado o coordinado inmediatamente con éste. En otras palabras, parecen bailar al mis-
mo son, aunque no están comunicándose entre sí en el sentido convencional. Éste es el significado
de independiente.
La correlación entre los acontecimientos no circunscritos es absoluta, lo que significa que la
firmeza de la correlación permanece intacta, a pesar de la distancia en tiempo y espacio. Por ejemplo,
si tú y yo estuviéramos hablando en una habitación, mi voz sonaría muy diferente que si estuviéramos
en aceras opuestas en una calle. A esta distancia, mi voz sonaría mucho más débil, en el caso de
que pudieras oírme. Si estuvieras en el ámbito no circunscrito, me escucharías claramente sin
importar que yo estuviera parado a tu lado, al otro lado de la calle, a un kilómetro de distancia o,
incluso, en otro continente.
Finalmente, inmediato significa que los acontecimientos no circunscritos no requieren tiempo
de traslado. Todos sabemos que la luz y el sonido viajan a velocidades distintas y por eso vemos el
relámpago a la distancia antes de escuchar el trueno. Con los sucesos no circunscritos no hay tal
retraso, pues las correlaciones de este tipo no obedecen a las leyes de la física clásica. NO hay
señal, no hay luz y no hay sonido. No hay nada que tenga que trasladarse. Las correlaciones entre
los acontecimientos que suceden en el nivel no circunscrito o virtual, ocurren al instante, sin causa y

sin debilitarse a través del tiempo o la distancia. La inteligencia no circunscrita está en todas partes a
la vez, y puede causar múltiples efectos simultáneos en varios lugares. Es desde este ámbito virtual
desde donde todas las cosas están organizadas y sirneronizadas. Por lo tanto, ésta es la fuente de
las coincidencias, que son tan importantes para el sincrodestino. Cuando aprendes a vivir desde este
nivel, puedes cumplir espontáneamente todos tus deseos. Puedes hacer milagros.

Evidencias del ámbito virtual 

El ámbito virtual no es producto de la imaginación ni del anhelo de una fuerza universal más grande
que nosotros. Aunque los filósofos han discutido y debatido la existencia del espíritu durante miles de
años, no fue sino hasta el siglo XX que la ciencia pudo ofrecer pruebas de la existencia de la
inteligencia no circunscrita. Aunque la siguiente disertación es algo compleja, si la lees completa
estoy seguro de que tendrás la misma sensación de maravilla y emoción que sentí cuando supe de
esta investigación.
Tal como aprendimos en la clase de ciencias, el Universo está formado tanto de partículas
sólidas como de ondas. Nos enseñaron que las partículas eran los componentes básicos de todos los
objetos sólidos del mundo. Por ejemplo, aprendimos que las unidades más pequeñas de materia —
como los electrones del átomo—, eran partículas. Asimismo, nos enseñaron que las ondas como las
del sonido o la luz no eran sólidas. No había confusión entre las dos; las partículas eran partículas y
las ondas, ondas.
Lo que los físicos descubrieron, posteriormente, es que una partícula subatómica es parte de
lo que se conoce como paquete de onda. Aunque las ondas de energía normalmente son continuas,
con cimas y depresiones separadas uniformemente, un paquete de onda es una concentración de
energía.
(Imagina una pequeña pelota de estática con cimas y depresiones rápidas y marcadas que
representan la amplitud de la onda.)

ONDA
 
 


 


PAQUETE DE ONDA 

 
Hay dos preguntas que podemos formular sobre la partícula de este paquete de onda: 1)
¿dónde está?, y 2) ¿cuál es su velocidad? Los físicos descubrieron que podemos hacer una de estas
preguntas, pero no ambas. Por ejemplo, cuando preguntamos dónde está y circunscribimos una
onda-partícula aun lugar, entonces se convierte en una partícula. Si preguntamos cuál es su
velocidad, hemos decidido que el movimiento es el factor más importante y por tanto estamos
hablando de una onda.
De esta manera, de lo que estamos hablando, la onda-partícula ¿es una partícula o una onda?

Depende de cuál de las dos preguntas formulemos. En cualquier momento, esa onda-partícula puede
ser una partícula o bien una onda, pues no podemos conocer su ubicación y su velocidad al mismo
tiempo. De hecho, mientras no midamos su emplazamiento o su velocidad, es partícula y onda al
mismo tiempo. A esto se le conoce como principio de incertidumbre de Heisenberg; se trata de uno
de los conceptos básicos de la física moderna.
Imagina una caja cerrada con una onda-partícula en su interior. Su identidad definitiva no está
determinada hasta que se le observa o mide de alguna forma. En el momento previo a la
observación, su identidad es potencial puro. Es tanto una onda como una partícula y existe sólo en el
ámbito virtual. Después de que tiene lugar la observación o la medición, el potencial se desploma y se
convierte en una entidad única, una partícula o una onda. Dado que normalmente evaluamos el
mundo a través de los sentidos, la idea de que algo puede existir en más de un estado a la vez, se
opone totalmente a lo que nos dice nuestra intuición, pero esa es la magia del mundo cuántico. Un
famoso experimento de pensamiento creado por el físico Erwin Shroedinger muestra los extraños
acontecimientos que son posibles gracias a la física cuántica. Imagina que tienes una caja cerrada
que contiene una onda-partícula, un gato, una palanca y un recipiente con la tapa suelta de comida
para gato. Si la onda-partícula se convirtiera en partícula, pondría en acción la palanca, ésta
levantaría la tapa del recipiente de comida y el gato comería. Si la onda-partícula se convirtiera en
onda, la tapa permanecería en el recipiente. Si abriéramos la caja (y por tanto hiciéramos una
observación), veríamos un recipiente vacío (y un gato feliz), o un recipiente lleno (y un gato
hambriento). Todo depende del tipo de observación que hagamos. Pero ésta es la parte que deja a la
mente atónita: antes de que veamos dentro de la caja y hagamos una observación, el recipiente está
vado y lleno, y el gato está simultáneamente satisfecho y hambriento. En ese momento, ambas
posibilidades existen al mismo tiempo. La observación es la que convierte la posibilidad en realidad.
Por increíble que suene, recientemente, los físicos realizaron un experimento que probó este
fenómeno: demostraron que un átomo cargado y no observado de berilio ¡era capaz de estar en dos
lugares al mismo tiempo!

                                                                          
Quizá lo más difícil de creer es la noción de que dos lugares distintos puede ser producto de la
percepción. En otras palabras, dos sucesos correlacionados y en dos lugares diferentes pueden ser,
de hecho, los movimientos de un solo suceso. Imagina que hay un pez en una pecera y que dos
cámaras de video están grabando sus movimientos. Las dos cámaras se ubican en ángulo recto y
proyectan sus imágenes respectivas en dos pantallas distintas, que están en otra habitación. Tú estás
sentado en esta habitación mirándolas. Observas dos peces diferentes y te sorprende que el
comportamiento de uno se correlaciona inmediatamente con el del otro. Por supuesto, tú no sabes
qué está pasando detrás de las cámaras. Si lo supieras, verías que se trata de un sólo pez. Si
colocáramos muchas cámaras en ángulos distintos y proyectáramos sus imágenes en diferentes
pantallas en la misma habitación, te sorprendería la correlación de los diferentes peces al instante.
Los grandes visionarios de las tradiciones místicas sugieren que lo que experimentamos todos
los días es una realidad proyectada, en la que los acontecimientos y las cosas sólo están separadas
en el tiempo y el espacio, de manera aparente. En el reino más profundo, todos somos miembros del
mismo cuerpo y cuando una parte del cuerpo se mueve, todas las demás son afectadas al instante.
Los científicos también proponen un nivel de existencia llamado hiperespacio octodimensional
de Minkowsky. En esta dimensión, concebida matemáticamente, la distancia entre dos sucesos, sin
importar cuan distantes puedan parecer en el espacio y el tiempo, siempre es igual a cero. A su vez,
esto sugiere una dimensión de existencia en la que todos somos inseparablemente uno. La
separación puede ser sólo una ilusión. El enamoramiento en cualquiera de sus formas tiene la
capacidad de empezar a destruir esa ilusión.
Como la observación es la clave para definir a la onda-partícula como una sola entidad, Niels
Bohr y otros físicos creyeron que la conciencia era la única responsable de la mutación de la onda-
partícula. Por tanto, puede decirse que sin conciencia nada estaría definido, todo existiría sólo como
paquetes de energía potenciales o potencial puro.
Éste es uno de los puntos clave de este libro. Permíteme repetirlo porque es muy importante:
Sin la conciencia como observadora e intérprete, todo existiría sólo como potencial puro. Ese
potencial puro es el ámbito virtual, el tercer nivel de existencia. No está circunscrito; es inagotable,
infinito y abarca todas las cosas. La utilización de ese potencial es lo que nos permite hacer milagros.
Milagros no es una palabra suficientemente elocuente. Permíteme volver a la física para describir
cómo la ciencia ha documentado algunos de los asombrosos .   hechos que pueden ocurrir desde
este nivel de potencial.
Intrigado e inquieto por las posibilidades abiertas por la física cuántica, Albert Einstein diseñó

su propio experimento mental: imagina dos ondas-partículas idénticas que son disparadas en
direcciones opuestas. ¿Qué ocurre si preguntamos sobre la ubicación de la onda-partícula A y sobre
la velocidad de la onda-partícula B? Recuerda: ambas son idénticas, por lo que cualquier cálculo que
se haga sobre una, será válido para la otra, por definición. El conocimiento de la ubicación de la
onda-partícula A (que por lo tanto se ha convertido en partícula) nos indica simultáneamente la
ubicación de la onda-partícula B, que por lo mismo se convierte también en partícula.
Las consecuencias de este experimento mental, que se ha verificado matemática y
experimentalmente, son enormes. Si la observación de la onda-partícula A afecta a la onda-partícula
B, entonces hay una conexión o comunicación no circunscrita en la que se intercambia información a
una velocidad mayor que la de la luz, sin el intercambio de energía. Esto se opone totalmente al
sentido común. A este experimento mental se le conoce como paradoja Einstein-Podolsky-Rosen.
Los experimentos de laboratorio han demostrado que las leyes de la física cuántica son válidas y que
la comunicación o conexión no circunscrita es una realidad.
Permíteme intentar ilustrar la magnitud de este punto con un ejemplo que es un poco
exagerado, pero que tiene lugar en el mundo físico, por lo que sus efectos son más fáciles de
concebir. Imagina que una empresa envía simultáneamente dos paquetes idénticos, uno a mi
domicilio en California y otro a tu casa. En cada una de las cajas hay una onda-partícula
correlacionada y no observada: potencial puro. Tú y yo recibimos y abrimos los paquetes
exactamente al mismo tiempo. Justo antes de cortar la cinta y abrir las tapas, yo creo una imagen
mental de lo que quiero que contenga la caja. Cuando la abro, descubro que contiene justo lo que
imaginé: un violín. Pero ésa es sólo la mitad del milagro. Cuando tú abres tu caja, ¡también contiene
un violín! Cuando yo imaginé lo que quería que contuviera la caja, las ondas-partículas adoptaronuna
forma específica, y mi imaginación afectó la onda-partícula dé tu paquete. Podríamos repetir este
experimento una y otra vez, y siempre obtendríamos el mismo resultado: 16 que yo imaginara paramí
sería igualado para ti en ese preciso instante. Y no sólo puedo influir en la forma de un grupo de
ondas-partículas, sino que, de alguna manera, éstas son capaces de comunicar a través de la
distancia entre mi casa y la tuya, la forma que están tomando a una velocidad mayor que la de la luz.
A esto se refiere la comunicación o correlación no circunscrita.

 
En una prolongación de esta investigación, también se demostró la existencia de la comunicación no
circunscrita en las personas. En el famoso experimento Grinberg-Zylberbaum, publicado en 1987,los
científicos utilizaron un aparato llamado electroencefalógrafo para medir las ondas cerebrales de
parejas que meditaban juntas. Descubrieron que algunas parejas mostraban una fuerte correlación
entre sus patrones de ondas cerebrales, lo que sugería un estrecho vínculo o relación mental. Estas
personas podían identificar, cuando se percibían en comunicación directa con la otra, información que
era confirmada por las máquinas que medían sus ondas cerebrales. A estas parejas estrechamente

vinculadas se les pidió que meditaran juntas, una al lado de la otra, durante veinte minutos. 
Después, una de ellas se trasladaba a otra habitación, cerrada y aislada. Una vez ubicadas,
cada una en una habitación distinta, se les pidió que intentaran establecer comunicación directa con
la otra. La persona que había sido trasladada era estimulada en su habitación con brillantes destellos
de luz, que causaban en sus ondas cerebrales pequeños picos llamados potenciales provocados.
Pero lo fascinante de este experimento es que la persona que no estaba expuesta a la luz, también
mostraba pequeños picos en sus ondas cerebrales que correspondían a los potenciales provocados
de la que estaba expuesta a los destellos. Así pues, estas dos personas estaban conectadas en un
nivel profundo por medio de la meditación, y esa conexión provocaba reacciones físicas mensurables
en ambas, incluso en la que no estaba expuesta al estímulo luminoso. Lo que le ocurría a una le
sucedía a la otra, automáticamente y en forma instantánea.
Estos resultados no pueden explicarse si no es a través de la correlación no circunscrita que
ocurre en el ámbito virtual, el nivel del espíritu que conecta, organiza y sincroniza todo. Este campo
ilimitado de inteligencia o conciencia está en todos lados; se manifiesta en todas las cosas. Lo hemos
visto operar en el nivel de las partículas subatómicas —el componente básico de todas las cosas—, y
lo hemos visto conectar a dos personas en un nivel que trasciende las divisiones. Sin embargo, no es
necesario entrar en un laboratorio para ver a esta inteligencia no circunscrita en acción. Las pruebas
están por todos lados, en los animales, en la naturaleza e, incluso, en nuestro cuerpo.

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