lunes, 7 de marzo de 2016

Una vida preñada de...

Me siento dispersa/o en un mar de dudas, sin quizás, saber entre días y días que balancean mis horas y hacen suspirar los relámpagos de mi cabeza. Aunque entiendo que existe algo más allá que lo intemporal de mis ideas que me abandonan por momentos cuando estoy mal, siento esa tristeza que me invade por momentos, por días, meses y años... y cuando aún pienso que no hay salida me encuentro con un aliento de vida, con algo del porqué estar aquí. Me siento como una madre desolada, blanqueada por sonrisas o enterrada por lágrimas de alejados sentimientos de rechazos. Una estrategia en la dirección para saber si es la adecuada o no. Me consume el mar de mis días, pero el oráculo de mi alma, sabe ya el final plateado que nos toca, un bosque de pura eternidad sin pared que rebota ninguna pelota. Mi tristeza me crea inquietud, y... cuando despierto por unos minutos a lo largo de los años, me doy cuenta que la dirección siempre fue la adecuada para llegar al "amor" que nos merecemos como humanos en esta tierra tan agradecida que nos aloja en sus retoñables hojas de primavera, otoño, verano, invierno, invierno, primavera, invierno, verano, otoño, primavera, sin un orden estricto y así cada soplido de mi ser se envuelve sientiendo al ser que envuelve mis entrañas olvidadas por otros, llegando a comprender el éxtaisis exuberante de los ojos al nacer la suave rama de un árbol preñado de inmensa vida.
Y así, es como crecemos día tras días, sin tiempo pero sometidos a pruebas inmensamente sanas.

Verónica Gades


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